Cinco años de reforma laboral en La Rioja: peores empleos y más pobreza y desigualdad

Fecha: 17 Feb 2017

La Construcción y la Industria de La Rioja han sufrido especialmente  los graves efectos de una reforma laboral que UGT considera fundamental derogar

 El 10 de febrero de 2012, hace hoy 5 años, se aprobaba la reforma laboral; la ley más regresivas nunca antes conocida en el mercado laboral y la clave para la terrible deriva que han sufrido durante los últimos años el empleo, el estado de bienestar y la calidad de vida de los españoles y los riojanos.


Los datos así lo confirman. Según la Encuesta de Población Activa (INE) la actividad y la ocupación desde que se impuso la reforma laboral se ha reducido notablemente en nuestra Comunidad. Entre 2011 (último año sin reforma laboral) y 2016, la población activa en La Rioja ha descendido un 5,6%, lo que supone 9.100 activos menos, muchos de ellos trabajadores que buscaron empleo en otras CCAA. En materia de Ocupación, en términos medios La Rioja ha perdido un 1,09% desde 2011, lo que implica unos 1.500 ocupados menos, la gran mayoría hombres asalariados.


En este sentido, la Industria y, sobre todo la Construcción, han sido los grandes perjudicados de la reforma laboral. En el caso de la Construcción, ha perdido más del 65% de sus trabajadores asalariados. De modo que cuenta actualmente con poco más de 3.300 trabajadores asalariados, frente a los casi 11.000 que registraba en 2011.


La Industria, por su parte, ha sufrido notables caídas en La Rioja a lo largo de estos años, con ERES indiscriminados y plantillas mermadas favorecidos por la reforma laboral. Sólo el primer año de reforma (2012) se redujo el número de asalariados en el sector un 9,5%, pasando a 27.000 trabajadores por cuenta ajena. Durante los años posteriores, el número de efectivos laborales del sector se fueron recuperando paulatinamente pero con condiciones infinitamente más precarias.

 

Calidad del empleo
Y es que muchas empresas aprovecharon la coyuntura para reducir costes laborales como herramienta competitiva, gracias a la oportunidad que les brindó la reforma laboral. De hecho, en los últimos cinco años el número de trabajadores indefinidos en el mercado laboral se ha reducido un 3,6% (de 86.600 en 2011 a 83.525 en 2016), frente al auge de la contratación temporal, la fórmula de contratación más habitual en la actualidad. De hecho, el último año, la Industria –sector tradicionalmente estable- genera una media de 2.500 contratos al mes.


Una clara muestra de que el verdadero efecto de la crisis en el mercado de trabajo va más allá del desempleo, afectando a la calidad del empleo y a las condiciones de trabajo de los que aún mantienen su empleo y de aquellos que están siendo contratados en la fase de recuperación. Una cuestión que se materializa en mayor precariedad, abarcando más temporalidad, peores jornadas, trabajos menos cualificados y salarios más bajos.
A la tradicional temporalidad se ha unido en la última parte de la crisis, impulsada por la reforma laboral, la contratación a tiempo parcial, sobre todo de carácter involuntario. De hecho, la parcialidad se ha consolidado como un elemento estructural más de nuestro mercado de trabajo, que permite obtener mejores ritmos de creación de empleo.


En la actualidad, en La Rioja el 37% de las contrataciones indefinidas y el 29% de las eventuales son a jornada parcial. Una fórmula que podría ser aceptable si fuera una opción elegida por los propios trabajadores y no la única manera de encontrar actualmente un empleo, especialmente entre las mujeres, donde se utiliza mayoritariamente. De hecho, el 62% de las jornadas parciales efectuadas pertenecen a mujeres; colectivo en el que en el caso de las contrataciones indefinidas la jornada parcial supera en nueve puntos porcentuales a la jornada completa.


En definitiva, el mercado laboral riojano no sólo ha potenciado la contratación con duración ínfima y con total disponibilidad, sino que además, en muchos casos ni siquiera es a jornada completa, lo que distorsiona aún más un mercado laboral frágil y sin recursos para la creación de empleo de calidad.

 

Desempleo
Las cifras de paro son, quizás, las que más evidencian la difícil situación atravesada. En la actualidad, La Rioja registra 16.600 parados según la Encuesta de Población Activa. Una cifra aún superior a la registrada antes de la crisis pero notablemente más baja que en los años 2012 y 2013, en pleno auge de la reforma laboral –cabe puntualizar que el descenso del paro no significa creación de trabajo, teniendo en cuenta que hay que descontar a más de 9.000 personas que han dejado de ser población activa-. Entonces, un año después de la reforma laboral, La Rioja llegó a registrar hasta 32.000 parados, el doble que en la actualidad. Igualmente, se alcanzaron unas cifras de paro de larga duración inauditas, con casi 11.000 parados con dos años o más en búsqueda de empleo, y sin cobertura alguna en materia de prestaciones. En cualquier caso, en la actualidad La Rioja suma más de 8.000 desempleados de larga duración, prácticamente la mitad de los parados, sobre los que resulta urgente intervenir para frenar una grave y creciente brecha económica.


Por sexos, el paro tampoco ha afectado igual a hombres y mujeres. Mientras antes de la reforma laboral los hombres “lideraban” ligeramente las cifras del paro, la situación se ha ido invirtiendo con el despido indiscriminado de mujeres. Así, el paro femenino ha pasado de suponer el 48% del total a finales de 2011 al 55% en la actualidad.


En términos generales, las cifras en 2016 son algo más optimistas que en el periodo anterior, acordes con la mejora de la actividad económica. Sin embargo, dadas las características del empleo creado no parece que se esté generando una transformación de modelo ni un cambio de tendencia que pueda lograr crecimientos sostenibles y empleo de calidad.


Por el contrario, se está obrando una transferencia clara de efectivos laborales de sectores más estables, como la Industria, hacia otros como Servicios, que acumulan el 65% del empleo asalariado; eso sí, con condiciones mucho más precarias y sin estabilidad alguna.

 

Negociación colectiva
Una de las cuestiones más afectadas por la reforma laboral ha sido, sin duda, la negociación colectiva. En un primer momento, las facilidades para el descuelgue y, en especial, la imposición de fecha de caducidad de los convenios provocó un freno importante en el ritmo de negociación de los convenios, con una pérdida de cobertura de trabajadores significativa. A raíz del Acuerdo sobre ultraactividad alcanzado en el II AENC en mayo de 2013, esta pérdida de cobertura se va reduciendo. Sin embargo, el desequilibrio de fuerzas provocado sigue resultando determinante. La conjugación de crisis, reforma laboral y miedo al despido supuso el coctel perfecto para hacer que los trabajadores soportásemos el peso de las dificultades económicas.


El impulso otorgado a los convenios de empresa han dificultado la negociación colectiva sectorial, clave para UGT puesto que permite mejores condiciones laborales y salariales y genera un marco de cobertura mucho más amplio. Así, La Rioja cuenta en la actualidad con 26 convenios colectivos sectoriales, que cubren a casi 40.000 trabajadores. De ellos, 15 están con plena vigencia (aunque 1 de ellos aún debe actualizar tablas) y otros 12 quedan pendientes de negociar. La falta de voluntad de la parte empresarial ha impedido alcanzar acuerdos en convenios como los de Comercio, caducados desde 2008, y fiel reflejo del desequilibrio de fuerzas al que se han visto sometidas las partes negociadoras.


En este sentido, los incrementos salariales han sido muy limitados y, en aquellas negociaciones en las que se ha conseguido, han resultado especialmente tímidos. Los trabajadores asumieron la moderación salarial como una necesidad, confiando que posteriormente se reconocería este esfuerzo. Y sin embargo, a la hora de redistribuir ahora los efectos de la supuesta recuperación económica, el sistema impide que los beneficios se permeabilicen y desciendan a toda la estructura de la empresa.
Así las cosas a reforma laboral ha inducido una intensa devaluación salarial. Este ha sido, de hecho uno de los principales logros de la reforma de 2012. Además, los cambios realizado en la regulación del empleo y de la negociación colectiva por la reforma tienen carácter estructural, de manera que, aunque la recesión ya pasó y al parecer nos encontramos en una fase de expansión económica, el modelo laboral instaurado por los cambio de 2012 tiran a la baja de los salarios de manera permanente, al potenciar el empleo precario y aumentar el poder discrecional de los empresarios.


Este es el escenario actual que debemos revertir. Y para ello, resulta imprescindible derogar la reforma laboral, reforzar de nuevo la negociación colectiva, y, paulatinamente recuperar el equilibrio de nuestras relacionales laborales, estableciendo un marco negociado para implementar un mercado de trabajo más productivo, más cualificado y con mejores empleos y salarios.

Fuente: UGT